Hace 64 años Plaza Loreto tuvo “cabeza abajo” los cuerpos ejecutados de Benito Mussolini y su esposa, Claretta Petai, junto con otras personas, que habían sido fusilados en la Plaza principal de Dongo para luego ser exhibidos al pueblo. Entre la multitud se encontraba Salvador Greco, un soldado que hacia un año volvía de la frontera entre Francia e Italia, donde combatió durante cuatro años.
En la actualidad Greco tiene 87 años, es tosco y cada vez que habla parece que estuviera gritándome un general italiano. Lo suaviza su altura de 1.60 y la compañía de su perrita caniche toy, que parece una oveja pequeña. Su dialecto siciliano complicó la comunicación, por lo que su hijo menor cumplió la función de traductor.
Durante la Segunda Guerra Mundial el gobierno de Hitler tenía como objetivo formar un gran imperio por eso desató la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939. Gran Bretaña y Francia respondieron con la declaración de guerra contra Alemania. Italia, miembro de Eje, entró en la guerra en junio de 1940.
Salvador Greco tenía 18 años vivía en Acireale, un pueblo que queda en la costa de la región de Catania, y se dedicaba a la pesca cuando fue convocado para ir a la guerra.
-¿Qué participación tuvo en la segunda Guerra Mundial?
- Estuve 4 años en combate, me llevaron a la zona límite con Francia y en la montaña hacíamos guardias donde vigilábamos a los franceses.
-¿En qué lugares estuvo?
-Estuve seis meses en Montecassino, después me repatriaron a Casale Monferrato. Después cuando terminó la guerra me enviaron a Alessandria. Del cerro nos enviaron a Sicilia, de donde soy. Pero no podíamos volver directo porque todo estaba destruido, no había vías de tren. Así que primero fuimos a Génova, estuvimos 15 días en una campaña donde nos bañaron, desinfectaron y curaron. Después nos embarcaron en camiones, porque las vías continuaban rotas por las bombas. A los dos días nos llevaron al bajo Italia, a Reggio Calabria y después nos cruzaron a una ciudad vecina.
Reggio Calabria está como si fuera a 10 cuadras pero de mar de Sicilia, es muy profundo y por eso el viaje se hace en barco.
- ¿Qué comían?
- Comíamos arroz a la mañana, a la tarde y a la noche. Cuando nos dejaron de mandar comida fuimos a pedir a los campos vecinos, donde intercambiamos trabajo por alimento. Hubo momentos de mucha hambre que llegamos a tomar nuestro propio pis.
Por momentos jugamos implícitamente al “dígalo con mímica”, él se para, hace señas y gestos para que entienda cosas como: hasta donde llegaba la nieve cuando era invierno o como las bombas habían destruido muros, vías y casas. Durante la guerra no sufrió ninguna enfermedad.
-Cuando terminó la guerra ¿en qué condiciones quedó Italia?
- No había mucho trabajo porque todo estaba destruido. Me acuerdo que iba a pescar.
Llegó a Mar del Plata el 1 de agosto de 1948, con su mujer y dos de sus cuatro hijos. “Primero vino el papá de mi esposa y nos dijo que en argentina había trabajo. Durante 30 años me dedique a la pesca, desde que llegue hasta que me jubile, a los 60”, manifestó Greco, que actualmente se lo ve disfrutando, descansando y vigilando su casa.
- ¿Tuvo algún compañero que conociera que haya muerto en la guerra?
- si porque estábamos todos juntos. El que se salvaba, se salvaba porque uno no sabía donde caían las bombas. Cuando hay peligro uno se esconde lo más que se puede esconder. El otro murió y murió, que va a ser.
“La guerra, es la guerra”, me dice mirándome fijo y bajando el tono de voz.
Ante la pregunta casi de casualidad sobre si conoció a Hitler o Mussolini, me contesta: "A Mussolini si y a Hitler también", cuando pronuncia Hitler se desdibuja la svástica y aparece una imagen más caricaturesca al escuchar ese apellido como “itle”. Y continua: "A Mussolini lo vi cabeza abajo, cuando lo mataron. Porque la guerra la hizo él. Se puso de acuerdo con Hitler contra Italia. Los soldados lo mataron, él se quería escapar. Él mató al pueblo. Armó una guerra que nadie quería porque Italia estaba bien. Mussolini hizo la guerra para hacerse el grande, se puso de acuerdo con Hitler que se quería apropiar de Italia. Los soldados italianos corrieron a los alemanes, los echaron del país. Los generales se dieron cuenta de lo que querían hacer".
- Así que usted estuvo el día que lo mataron a Mussolini…
- Si, lo colgaron en la plaza de un balcón y a la mujer la ahorcaron también.
Durante la entrevista estuvo sentado a espaldas del televisor 29 pulgadas, que está todo el día prendido y a veces funciona como cámara de seguridad que vigila la entrada de su casa. Concluye al decir que “miedo se tiene en todos lados, uno tiene que saber cuidarse”.
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