Noche de cacería


Hembras con hormonas alborotadas y cuerpos esculturales rastrean, como perros de caza a su presa, a los sementales que las cortejan durante la semana.
Resignadas por no haber podido cumplir con su objetivo comenzaron la ardua búsqueda de un móvil para volver a sus aposentos.

En el camino se cruzaron con varios especimenes de otras doncellas. Iniciaron una persecución de uno de los sujetos que se encontraba en una situación sospechosa con otro sujeto de sexo femenino.

En esos instantes cruza la calle el susodicho “P” aquel objetivo que las damas estaban buscando al principio. Astutas, improvisaron un plan emergente para dar con el macho en una situación, podría decirse casual para abordarlo. Hubo un cruce de monosílabos y gestos guturales que no llegaron a nada, como de costumbre. Para que la operación tuviera éxito, una de las hembras simuló tener una conversación con otro sujeto, ese tipo de varoniles que a esas horas se encuentran en estado alfa, beta o gamma.

Luego del encuentro “casual”, decidieron volver a la operación principal, encontrar vehículo para volver. Pero las damiselas, que no estaban rastreando a algún macho, fueron interceptadas por un macho muy particular que vociferaba sus nombres. Hablaron unos minutos e intentaron convencerlo de que no podían ir en su mini transporte por más que quisieran, primero por su estado epsilon y segundo por las distancias que lo alejaban de su destino. En su mirada algo confusa de ojos azules se asomaba “el hombre” que veía muy bellas y encontraba atractivas a aquellas hembras. Se retracta, se corrige e intenta pisar aquellas palabras que lo delataron y lo distancian de ellas. Se despiden y retoman la búsqueda de transporte.

Pero el objetivo estaba inalcanzable, ellas lo desconocían. En eso, una de ellas se encontró con “pecas” un semental que perdió parte de sus hormonas de físico culturista, y eso lo hace más atractivo. Él intenta, sin conseguirlo, ubicarles un medio para el regreso de las hembras, que estaban cansadas. Parece que esa noche no había quién esté disponible. Finalizaron la conversación con “pecas”, y en eso aparecieron en escena aquellos ex compañeros que durante la primaria mortificaron y tildaron de fea a una de las damas. Aquellos lindos, inalcanzables, perfectos ya no lo eran, el tiempo había hecho lo suyo y la hembra brillaba ante la mirada de esos peleles. La esencia de “Kill Bill” se hizo presente en ese momento, la venganza, sutil pero efectiva rindió un 100%. Aquellos muchachos inalcanzables la recordaban y en algún punto se sorprendieron.

Tras unas horas de caminar, pudieron acceder a un trasporte que alguien gentilmente rechazó, sin saberlo.

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