Julio Argentino, una roca en el desierto.-



“Sellaremos con sangre y fundiremos con el sable, de una vez y para siempre, esta nacionalidad argentina, que tiene que formarse, como las pirámides de Egipto y el poder de los imperios, a costa de sangre y el sudor de muchas generaciones”.

Julio Argentino Roca

La historia la escriben los que ganan. Se escribe con sangre y con el sudor de lágrimas. ¿Qué pasa cuando el enemigo es el dueño de nuestra tierra? ¿Puede conquistarse un desierto habitado? ¿Puede ese conquistador llegar a ser un héroe? Sí puede e incluso puede ser tan influyente como un billete de cien pesos.

Julio Argentino Roca nació en San Miguel de Tucumán en 1843, fue el quinto hijo de los ocho que tuvo el Coronel Segundo Roca y su mujer Agustina Paz. Cursó sus primeros estudios en un colegio en Concepción del Uruguay. Aunque le interesaba medicina, en 1858 comenzó con su carrera militar.

Participó en la guerra entre buenos Aires y La Confederación Argentina que se desarrolló entre 1859 y 1861. Formó parte de la Guerra de la triple Alianza. En ella, murieron su padre y dos de sus hermanos.

En 1871 su participación fue decisiva en la represión de la rebelión federal, precisamente en la batalla de Ñaembé donde Ricardo López Jordán fue derrotado.

Al finalizar la Revolución de 1874, subió de rango al vencer al general rebelde José Miguel Arredondo, quien respondía a Bartolomé Mitre.

Cuando murió su principal rival, Adolfo Alsina, Roca lo sucedió en el Ministerio de Guerra. En 1878 presentó un proyecto al Congreso Nacional, el objetivo era una guerra ofensiva contra los indígenas de la Patagónica para ampliar el territorio bajo la soberanía de la nación.

A conquistar el desierto

Los pueblos originarios venían resistiendo la conquista del hombre blanco desde la llegada de Solís, en 1516.

Rosas respondieron a las demandas de sus colegas estancieros que denunciaban que los indios les robaban el ganado y encabezó la primer “conquista del desierto”.

“La expedición contó con el apoyo de las provincias de Córdoba, San Luís, San Juan y Mendoza. Rosas combinó la conciliación con la represión”, fundamenta Felipe Pigna en su libro Mitos de la Historia Argentina.

El plan de Alsina era levantar poblados y fortines, tender líneas telegráficas. Y hacer un gran foso, mejor conocido como la “zanja de Alsina”, el objetivo era evitar que los indios se llevaran el ganado de los campos terratenientes. Antes de poder finalizar su plan, Alsina falleció.

El plan de Roca se llevó a cabo en dos etapas:

una ofensiva general sobre el territorio comprendido entre el Sur de la Provincia de Buenos Aires y el Río Negro y una marcha coordinada de varias divisiones para confluir en las cercanías de la actual ciudad de Bariloche. En 1878 comenzó el plan que lograba sus primeros triunfos capturó prisioneros y ocultó cautivos.

Ese mismo año, el presidente Avellaneda envió al Congreso un proyecto para poner en ejecución la Ley 1867 que ordenaba la ocupación del Río Negro, como frontera de la república sobre los indios pampas. A fines de octubre el Congreso sancionó una nueva ley autorizando una inversión de más de un millón de pesos para financiar los gastos de la conquista.

Con la financiación aprobada, Roca organizó la ofensiva final. Los seis mil soldados fueron distribuidos en cuatro divisiones que partieron de distintos puntos para rastrillar la pampa. Dos de las columnas estarían bajo las órdenes del propio Roca y del coronel Napoleón Uriburu, que atacarían desde la cordillera para converger en Choele Choel.

En 1879 se preparó el último tramo de la conquista. Las tropas de Roca llegaron a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. Pocos días después, el ministro debió regresar a Buenos Aires para garantizar el abastecimiento de sus tropas y para estar presente en el lanzamiento de su candidatura a presidente de la República por el Partido Autonomista Nacional. Lo reemplazaron en el mando “los generales Conrado Villegas y Lorenzo Vintter, quienes arrinconaron a los aborígenes neuquinos y rionegrinos en los contrafuertes de los Andes y lograron su rendición definitiva en 1885”, señala el historiador Felipe Pigna.

Resultado final: miles de indios muertos, catorce mil reducidos a la servidumbre, y la ocupación de quince mil leguas cuadradas.

Los indígenas patagónicos que sobrevivieron sufrieron enfermedades que contrajeron por el contacto con los blancos, la pobreza y el hambre. Gracias al resultado de la conquista, Roca logró la presidencia con el apoyo de conservadores terratenientes.

En la actualidad conviven en el billete de cien pesos, el conquistador y sus conquistados. Aquel que triunfó gracias a una época que quería eliminar los pueblos originarios.

0 comentarios:

Publicar un comentario