El cincuenta y seis


Subir al encuentro del destino, de los escalones inesperados cuesta arriba, ignorando lo que sucederá. Cuesta creer pero es así. Un paso mas y todo es entrar en otra dimensión Un golpe seco y se apagó el televisor, Quedó solamente el audio. Una urgente y rápida secuencia de una caída en caracol .Y el cuerpo todo, una gelatina transparente, nada de fuerza, nada de resistencia. Caída libre. Pobre de mí y de mi cabeza, pienso, que va rumbo a un piso ansioso bajando un tobogán como en aquasol, pero al revés, de espaldas. Pero todo esta bien, tranquilo no pasa nada muchachos. No se preocupen. El recorrido termino en la primer curva, los auxiliares de pista detuvieron la marcha del vehiculo sin control y sin piloto.

Las llaves se tenían que caer y se cayeron. Afuera los gritos, “llamen al flaco” y el flaco vino. “llamen al gordo” y el gordo vino e hizo lo que tenia que hacer. Fuerza y decisión, algodón empapado en alcohol y palmaditas en la cara. “Volvé” “Dale volvé”. Todo es tan lejano en este sueño profundo del que no quiero despertar. Todos afuera en la preocupación y yo dentro de mí, con mi respiración que suena con un ronquido particularmente familiar y por primera vez siento miedo dentro de este sopor, no todo esta bien, no quiero escuchar ese sonido, pero no puedo hacer nada por lo que esta sucediendo. No puedo entablar contacto ni tampoco me esfuerzo. Afuera gritos e insultos lejanos, corridas, desbarajuste, barullo, mucho barullo.

Varias preguntas me rodean "¿Está mejor? “¿Llamó el de los pollos?” ¿Cuántos querés?

- ¿Cómo? ¡Si yo ya pedí! quiero gritar desde mi coma conciente.

Pero nadie me escucha. Mis intentos rebotan como pelotita de squash en esta suerte de pequeño estadio de carne y hueso y resuenan en un eco sin salida y se diluyen en palabras que van muriendo allí mismo. Así mueren las palabras, cuando no salen al afuera, cuando no encuentran receptor. Cuando no se transforman en sonido, cuando no vuelan en el aire y quedan silenciadas para siempre.

Ahora sí, todo es mas cercano. El alcohol da los resultados esperados, tengo que volver. No hay apuro, si aquí no hay problemas, podría seguir un rato mas, allá hay tanto ruido, tanto desconcierto y caos. Los ojos luchan en un parpadeo por el retorno a este lado, ahora hay caras, consternación, palidez de rostros y caras que miran en silencio, “quédate quieto no pasa nada” “ya viene la ambulancia”.

El tiempo a retrasado por un momento .algo se detuvo, se paralizó y se envolvió en imágenes de ensueño, nebulosas, grises, con un sonido bajo. Y se apagó el televisor.

Texto: Victor Omar Rodríguez Dibujo: Mariano Castro Rivas

La reparación de mano del Peludo


Hipólito Yrigoyen representa con Juan Domingo Perón un estilo de liderazgo personalista que posibilitó la ampliación del ejercicio ciudadano en nuestro país, en el caso del líder radical, su figura quedó asociada con la lucha que desembocó de forma positiva en la sanción de la ley electoral de 1912.

Mostró gran versatilidad en el desempeño de diversas funciones: comisario de policía en el barrio de Balvanera, presidente del Consejo escolar de la misma ciudad, profesor de historia, filosofía e instrucción cívica, estudiante de abogacía, diputado, terrateniente, jefe revolucionario y presidente de la República Argentina.

Felix Luna afirmó que “su única pasión eran las mujeres y la política”.

“… un hombre de ciencia y de conciencia, no he comprometido jamás ni una, ni otra cosa, que no fuera en la aplicación de normas ejemplificadotas y en rigores extremos de conducta. Quise, además, que mi vida trascendiera al pueblo como un modelo, y señalara un camino hacia la perfección espiritual. Yo no sé más de la tarea evangélica de darme a los demás”, así se definía el líder radical.

La exigencia de elecciones transparentes fue una premisa constante de la UCR desde su fundación en 1891 con activa participación de Leandro Alem y su sobrino Hipólito Yrigoyen. Practicaron sistemáticamente la abstención en los comicios como forma de repudiar el voto cantado que aplicaba la oligarquía conservadora.

Participó y lideró rebeliones armadas en 1893 y 1905, que si bien fracasaron en sus objetivos concretos, prepararon el terreno para la implementación de la Ley Sáenz Peña. Ante la amenaza de una nueva revuelta armada del partido liderado por Yrigoyen, el presidente Roque Saenz Peña impuso la reforma electoral que posibilitó el voto secreto, obligatorio y universal para todos los hombres. El tiro le salió por la culata y el 2 de abril de 1916, cuando se aplicó por primera vez la ley Sáenz Peña, Yrigoyen obtuvo el 45% de los votos ganándole a los demócratas progresistas y socialistas. Pero ese resultado lo dejó sin mayoría en el parlamento.

Durante su primera gestión presidencial confirmó la adhesión de los sectores medios con la aplicación de puestos de trabajo en la órbita estatal (médicos, maestros), los comités del partido actuaban en los barrios posibilitando la cercanía con su caudal de seguidores. Apoyó a los estudiantes universitarios cordobeses que iniciaron sus movimientos para la reforma universitaria: la propuesta de un gobierno tripartito, elección de profesores por concurso, actualización de contenidos logros de la reforma universitaria de 1918, movimiento que sirvió de referente para las demás casas de altos estudios de del país y otras regiones como Francia.

En su relación con la clase obrera en general procuró mediar en los conflictos entre los sectores patronales y la fuerza de trabajo. Durante las negociaciones, los obreros se vieron favorecidos cuando confrontaban con empresarios extranjeros.

Se debe a su gestión gubernamental la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales como empresa estatal que explotará los recursos del subsuelo, petróleo hallado en el país en 1907.

Fue el político más influyente de las primeras décadas del siglo XX, gracias a la ampliación de los derechos ciudadanos pues se instauró el voto secreto bajo la presión del partido que lideraba y las clases medias de nuestro país lo referenció como su líder principal.